Foro Kawasaki Zephyr

Versión completa: Historia de una moto
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Este comentario lo he sacado del foro de viragos.info en el que no estoy registrado, pero como lo lleva mi sobrino entro de vez en cuando me ha parecido una bonita historia a ver que os parece.






La Virago 535 sin nombre reposaba dormida o muerta sobre su pata de cabra y cada da, al entrar y al salir de la carpintera, pasaba frente a ella, la miraba y me invada la fatiga, el desasosiego, el agobio?, hasta que decid taparla con unas piezas de tela y arrinconarla detrs de unas sillas, dej de verla al entrar y al salir de la carpintera, los vecinos dejaron de verla y yo me relaj.
Al no verla ya no me planteaba las horas y el dinero que haba que invertir en ella, el esfuerzo que poda suponer ponerla en marcha, restaurarla?, una obligacin mas en mi vida, que cambi hace unos ocho aos, cuando mi padre sufri un ictus, un infarto cerebral que lo dej hemipljico y completamente dependiente.
Ese fue un punto de inflexin en mi vida y lentamente fue condicionando mi existencia, los primeros aos me hicieron crecer, aprend a dirigir la carpintera, a tomar decisiones, a creer en mis criterios, desarroll algo de bondad y paciencia, de ternura y cario hacia mi padre?, pero ahora, ocho aos despus me siento cansado, sin Vida propia, siento que he vivido gran parte de la vida que pueda llegar a vivir y que ya no soy el mismo, ahora solo veo obligaciones que coartan an mas las escasas horas al da que puedo disponer para mi mismo?, y la 535 se haba convertido en una obligacin ms, una molestia de la que ya me haba intentado deshacer dos veces, le ofrec la custom a mi vecino Pepe, l se relami de gusto pero al da siguiente baj dicindome que a su mujer no le pareca muy bien. Despus se la ofrec a Matias, otro vecino mayor que desde que me vi encima de la Zing record los tiempos en los que volaba encima de su Ducati azul, tambin sonri ante la 535, pens en su hijo pero su sonrisa se esfum al recordar que estaba en paro y con dos nios pequeos.
Y una de esas tardes en las que me qued sin trabajo me acerqu a un concesionario de Honda, deseaba ver la nueva vts 750, esa especie de replica de la sporster de Harley. Entr en la tienda sin esperar encontrrmela, pero all estaba, negra y destellante bajo los halgenos del local, al ratito lleg el vendedor, un joven con unos ojos azules de mirada franca e intensa y con un apretn de manos que estruj mis delicadas muecas.
- Me puedo sentar?.? ?le pregunt.
- Hombre claro, tambin tenemos una unidad de pruebas.
Pas mis largas piernas por encima del silln, me sent y de nuevo me encontr con unos mandos de cambio y freno demasiado cercanos, el deposito me pareci demasiado ancho y no sent nada especial.
Regres a la carpintera atravesando algunos solares, ya de noche y decidiendo dar una oportunidad a la Virago, esa Honda era la nica candidata y no me haba enamorado.
A la maana siguiente compr una batera, con cuidado vert el acido en los vasos y la dej reposar hasta la tarde. Despus mir hacia las piezas de tela que cubran a la silenciosa Yamaha, apart las sillas que la haban mantenido oculta durante las ultimas semanas, quit las telas y sujetndola por el revirado manillar original la coloqu en medio de la carpintera, quit el silln y encaj la batera en su hueco, acerqu los cables y atornill el cable de masa, despus el positivo, suspir y gem de dolor al enderezar la espalda. Me haba costado bastante manipular los pequeos tornillos.
- Buenassss?
Mi amigo Pepe asom por la puerta, mir a la Yamaha y despus a mi.
- Ostras?, la has desenterrado ?brome.
Pepe es mi confesor, muchas veces me hace compaa en la soledad invernal de la carpintera y estaba al da de mi desanimo, le cont lo de mi visita al concesionario de Honda y lo de la decisin de tratar de resucitar a la Virago.
- Le acabo de poner la batera?, pero no me atrevo a darle al arranque?, a ver si van a estar cogidos los pistones ?confes.
- No te dijo Pedro que la moto no estaba averiada??.
- Si?, pero tambin me dijo ayer que la moto llevaba dos aos parada.
- Bueno?, dale a ver que ruido hace?, esto, le pusiste gasolina no??.
- Si, si.
Volv a inclinarme hacia la Virago, gir la llave del contacto y se ilumin el piloto verde bajo el velocmetro, al tiempo que un repiqueteo sutil surga por debajo del silln, un taca-taca-taca?, que me result familiar, algo haba ledo en los foros sobre ese ruidito.
- Joder?, que es ese ruido?? ?pregunt Pepe algo alarmado.
- Tranquilo, es una buena noticia?, eso debe ser la bomba de gasolina que est cebando los carburadores?, por lo menos funciona.
Coloqu el botn rojo en ?On?, apret el embragu y mi pulgar se pos el arranque.
- Bueno, vamos all.
Apret el botn y las escobillas chisporrotearon azuladas en las entraas de la Virago, el cigeal se movi con un ronroneo natural y enmudeci.
- Los pistones no estn cogidos? -murmur Pepe- dale otra vez.
Volv a embragar y record que no habia cerrado el aire, baj la palanquita hasta la mitad de su recorrido y el motor de arranque volvi a ronronear.
Esper unos segundos y volv a intentarlo, despues una cuarta vez, una quinta intentona y el v-twin murmur algo.
- Joder?, parece que se queria coger ?susurr.
- Dale otra vez?, tocala otra vez Sam?, o intenta arrancarla Carlos?, je, je, je.
- Que cabrn eres?, vamos all.
Mis dedos tiraron de la maneta del embrague hacia atrs, la corriente volvi a llegar al motor de arranque, sus dientes se encajaron volviendo a voltear a los pistones y el fogonazo incendi las cmaras de combustin, el cigeal gir por si solo y la Virago grit desde sus escapes.
- ¡Ves como estoy viva?.¡.
Salt hacia atrs y el ruido de ella inund la carpintera, rompi el silencio invernal y amortigu el ruido de lluvia sobre las uralitas, sobre la acera, sobre mis propios nimos?, sonrea y escuchaba un sonido armonioso, sin petardeos, sin toses, observaba excitado unos escapes que no emitan humos y malos olores, ni gases ni nubes azuladas de aceite quemado?, la respiracin de ella era profunda, regular, poderosa.
Pepe sonrea, yo tambin?, y ella permaneca al relent, si vibrar, sin ahogos ni angustias?, al ratito se fueron formando nubes de vapor y una avispa sali despedida, toda negra, envuelta en holln, pero viva?, me record a Mary Poppins saliendo de la chimenea y re gozoso y excitado.
- Y tu que no te la queras quedar, capullo ?dijo Pepe riendo y sin de mirar a la Virago sin nombre.
Unas horas despus volv a sonrer, haba quedado con Joa para ir al cine a ver ?Entrelobos? y ella apareci vestida para la ocasin pese al fro y la lluvia, con una faldita por encima de las rodillas, imitando la piel de una serpiente, con un jersey de lana marrn, medias y abrigada con una pelliza beige.
- Cario, aprieta este botn? -susurr entre sus cabellos, sintiendo sus mejillas junto a las mias.
Brummmm?.¡.
Buena historia, si Seor!!!!!
Bonita historia,
Me recuerda a la de una Honda que tuve ya hace aos.
Despues de haber sido arollados por un coche y tener que pasar por quirfano le cog miedo y dej arrinconada, tapada debajo de una sbana vieja, all pas unos 15 aos en los que yo me olvid de ese gusanillo, de esa ilusin, de la sensacin de montar en moto, de tenerla debajo, de arrancarla y ponerla a rodar...
Un dia cualquiera v el bulto detrs de un mueble viejo y pens:
-Pero si ah est la Honda!
La destap y intent arrancar... no arranc,
-y que te pensabas?
pero solt un bufido, uno pequeo, suficiente!
La dej destapada, pasaron los dias y la v de pasada 3 o 4 veces mas, la 5 fue una visita intencionada.
Tenia muchas piezas rotas y rascadas,
-por piezas no le voy a sacar nada, me quedar media moto aqui...
Mejor restaurarla!
y ahora pienso:
La resucit yo a ella o fu ella quien le devolvi la vida a mi historia con las motos?
Fransiscu, creo que lo tuyo fue un acuerdo mutuo, tu la restauraste y ella como fiel compaera no te defraudo, y te aporto un revitalizante al gusanillo que llevas dentro, aletargado a lo largo de quince largos aos.
Un relato alucinantemente bien escrito y ambientado, parece que aun me est quitando de encima serrin y emocin a partes iguales
Escrito por CARLOS

http://www.motoaventuras.es/index.php/moto


Cabeza de hormiga

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Es un nombre extico para una moto, pero era el nombre con el que popularmente se la conoca. Investigu algo sobre eso, y oficialmente, parece ser que el Sr. Simen Rabasa, nunca le puso ese nombre, pues recuerdo que en la documentacin figuraba ... "modelo: 125 Sper", pero si queras hacerte entender sobre tu moto debas dar el nombre ms conocido. Solo es necesario observar la moto para darse cuenta de dicho nombre, un faro carenado con la orquilla y el manillar saliendo de l como si de dos antenas se tratara; aparte de ello, la moto era muy robusta, de plancha de hierro en todos sus elementos, con un motor de 125 cc y calculo que unos 4 o 5 caballos, y tres marchas, en llano y a tope alcanzabas unos 80 Km/h, ... y frenabas como podas, pues los tambores de freno eran bastante reducidos. Pero me gustaba, por su aspecto estilizado y retro, por ser una moto de tamao considerable, pero sobre todo por el aspecto que le daba aquel faro enorme y su bellsimo depsito en forma de lgrima, y para mis trece aos, sus posibilidades eran ms que suficientes para m.



Pero vamos a la historia de cmo lleg a mis manos. En el verano de 1970, mis notas en el "Certificado de Estudios Primarios", con el que finalizaba la educacin primaria, haban sido de lo mejor de mi colegio, (Serrano Ser de Castelln), a mi hermano le haban comprado el verano anterior una hermosa bicicleta plegable BH por sus buenas notas, y en mi cabeza se form la idea de que era mi momento. Sin decir nada a nadie empec a deambular por los talleres que conoca en Segorbe, Germn y Castillo, dnde ya me conocan por mis visitas, me encantaba el ronroneo de las motos, el olor a gasolina y acariciarlas, eran entonces muy abundantes para el espaol de a pi; pero cuando preguntaba precios de las que tenan en venta de segunda mano, las oscilaciones entre 3.000 y 5.000 pesetas me parecan inalcanzables para la economa familiar, y astronmicas para mis ingresos fijos semanales de 25 pesetas. Un buen da, cansado de mis visitas, Paco, mecnico de Casa Castillo, marido de Julia Castillo, me pregunt:

-Pero t quieres comprarte una moto? tu padre lo sabe? ...

Le contest que no, que primero deba tener algo que decirle. Sin mediar palabra me llev con l a un enorme desguace que tena en el huerto de atrs del taller, retir un plstico que cubra la Derbi y me dijo que la venda por 1.300 pesetas. Mi primera impresin fue de desconcierto, pues a la moto le faltaban muchas piezas, el carburador, el volante magntico, casi todos los cableados, la bobina de baja y la pipa de buja, las manetas, la bombilla de faro, y adems, su aspecto era descorazonador, muy oxidada y llena de desconchados. Pregunt:

-¡Pero esto es una ruina, y le faltan las piezas ms importantes ...!

-Cierto, respondi Paco, ... pero aqu hay piezas de sobra para que encuentres las que faltan, y eso entra en el trato, las buscas y te las montas t, y me comprometo a darte las indicaciones necesarias, es muy fcil.

No dijo ms y subi al taller, dejndome frente a aquella reliquia de los aos 50, ya anticuada en aquellos das.

Sub y le dije con decisin:

- Mil pesetas ...?

-Vale, ... pero habla con tu padre, no quiero los.

Y sal disparado para hablar con l; le expliqu con todo detalle la operacin, se qued pensativo y me dijo:

-Esta noche te contesto, djame pensarlo bien.

Cuando lleg la noche, mi padre me llam aparte, se puso serio y me dijo: (nunca lo olvidar)

- Mira Javier, yo nunca te comprar una moto, pero sta que quieres te la comprars t. Maana a las ocho comienzas a trabajar en la obra (construccin) hasta que te ganes lo que vale; ya he hablado con tu to Luis y est de acuerdo. Y otra cosa ... tu madre no debe saberlo, oficialmente la moto me la comprar yo, aunque seas t el que la lleve.

Y as fue como pude comprar aquella moto y fu consciente de lo tremendamente duro que era el trabajo en la construccin, y lo que les esperaba a mis compaeros (la mayora) de clase que no iban a continuar con el Bachillerato. Con el dinero en la cartera de mi padre comenc buscar piezas para mi Derbi en aquel desguace hortcola, en donde frecuentemente me topaba con fauna de toda especie al mover las piezas y motos, pero poco a poco iban saliendo, pues la mayora de piezas de las motos espaolas de la poca tenan elementos comunes a todas ellas y eran perfectamente intercambiables, platinos, bobinas, condensador y volantes Motoplat, carburadores dell'Orto de cuba lateral y chicl de 16 o 18, manetas de baquelita que se rompan solo con mirarlas, y en apenas dos semanas, tuve todo listo, limpio y montado para que Paco hiciera en apenas media hora la puesta a punto, de encendido y carburacin. Y arranc la Derbi, y la llev a casa, en donde me encontr con indiferencia total por parte de mis hermanas y hermano, y donde mi padre se apresur a desmontarla casi en su totalidad para pintarla de un bonito color negro con detalles en rojo bermelln, saba de mecnica (era un ex-motorista) y tena una mano para pintar excelente.

Y as fue como comenc a rodar com mi primera moto, a hacer mis pinitos en mecnica, a recorrer mi pueblo de veraneo a ms velocidad de la que deba, ... y claro, a tener mi primer accidente de consideracin del cual an luzco una bonita cicatriz en mi mentn, y que me recuerda cuando me afeito como entr como un vendaval en casa de Pilar la Hebra reventando la puerta de aluminio y dejando un charco de sangre en el pasillo de su casa mientras mis amigos me llevaban medio inconsciente a urgencias.

Con ella tuve mi primer nick motero, la "hormiga atmica", y me granjee fama de temerario y gamberro. Pero fue mi primera moto, y con ella aprend ms que con ninguna otra de las que he tenido, pues nunca se siente nada en la vida como la primera vez ...



Category: UNA MOTO UNA HISTORIA
Serrano, eres tremendo narrando. es que se vive el ambiente de la epoca, yo me enrollo escribiendo mucho, pero no soy constante para construir una historia que explicar, estos relatos que escribis algunos de los que colabarais en el foro es como para editarlos en un libro, no tienes fotos de esa derbi oficial del Milan?
Unas historias cojonudas serrano... y enganchan....

Estn muy bien escritas... es una gozada leerlas.
Frank escribió:Serrano, eres tremendo narrando. es que se vive el ambiente de la epoca, yo me enrollo escribiendo mucho, pero no soy constante para construir una historia que explicar, estos relatos que escribis algunos de los que colabarais en el foro es como para editarlos en un libro, no tienes fotos de esa derbi oficial del Milan?


Frank estas historias no las he escrito yo si te fijas en el inicio del post tienes la fuente, pero te aseguro que me siento plenamente identificado con estas vivencias, mi hermano me pasa ocho aos y algo muy parecido le ocurri a l. Me alegro de que os gusten, no estaba muy seguro de que este tipo de historias encajasen en este foro.
[url=http://www.youtube.com/watch?v=9IgVUyxlB7o//viragos.info/index.php?option=com_kunena que os parece ?

Es emotivo y resume la vida de gran parte de todos nosotros, el video prescinde de la infancia o de la niez de los protagonistas y se centra en dos momentos cruciales, en la pujante juventud que te permute ir en moto y ser un amante infatigable...., y en la vejez, justo los dos extremos, cuando empiezas a vivir y cuando comienzas a morir.
A veces es la misma fatiga de la edad la que acaba con los sueos, el estres, el tipo de vida que llevabos y otras la enfermedad..., pero el video nos recuerda que siempre queda un resquicio para volver a soar, o casi mejor para nunca olvidar.
Ayer por la tarde mont en Duna, hacia tiempo que no lo hacia y volv a sentir lo mismo..., el placer de cada gesto, de cada maniobra en medio del trfico urbano, volv a ver a los chiquillos saliendo del colegio, ya por la tarde y con el sol de la tarde llenando de luces rojas y rosadas el escaso cielo que asomaba entre los edificios. Sonri otra vez cuando atravesaba el tunel, percibiendo como el sonido variaba all abajo y como golpeaba en mis pulmones, gir mi cabeza y sonre a un imaginario compaero, a una imaginaria motera que pilotase a mi lado y que sintiese lo mismo..., no habia nadie, tan solo trfico y yo mismo..., pero con Duna y su sonido haciendome sonreir, viviendo cada movimiento y cada vuelta del cigueal.

Invitado

Hace tiempo que no leia este hilo tan literario, y es lastima que no se haya animado mas gente a aportar, espero que alguien se ponga en la buena labor de seleccionar otra buena historia de motos o escribir la suya propia, segun desde o quien la lea puede parecer una perdida de tiempo, hablando de hierros, pero la cuestin es explicar una circunstancia particular, claro que si la historia tiene una moto en medio se reconoce que enriquece el ambiente del foro, donde se d la circunstancia que hay muchos que aprecian los relatos entretenidos
Otra Historia.



Historia de un viejo motero.
tomada de Moteros del Cabo Peñas.
Paco bajó las escaleras de su casa lentamente y con cuidado. A su edad y con su artrosis incipiente ya no podía hacerlo de otro modo. Terminó de bajarlas y se dirigió hacia la puerta del garaje. La abrió y entró. Avanzó entre la penumbra hacia la ventana y subió la persiana. Entonces, la luz que de repente invadió el local, dejo a la vista un garaje un tanto desordenado, con más o menos las cosas que hay en todos los garajes particulares: una segadora, unas estanterías con objetos varios, algunos de los cuales difíciles de identificar, un cuarto de calderas, un coche que había conocido mejores tiempos, algunos aperos de jardinería, un viejo armario ropero con espejo en las puertas, una bicicleta con aspecto de no ser utilizada, en fin, todo eso y alguna cosa más sin importancia.

old_man_motorcycleLo que diferenciaba ese garaje de la mayoría de los garajes, era un bulto de buen tamaño que tapado con una vieja sábana, ocupaba una buena parte del local. Paco avanzó hacia donde se encontraba ese bulto y con cuidado y mucho protocolo, como si lo hubiera hecho mil y una veces, fue retirando poco a poco la tela que lo cubría. Según lo iba haciendo, sus ojos se iban abriendo cada vez más y más, parecían brillarle, hasta que al dejar al descubierto del todo lo que allí había, sintió como su desgarbada figura se hinchaba de aire y el corazón le latía más deprisa. Allí estaba, como si el tiempo no pasara por ella, una magnífica Harley-Davidson Electra Glide 1200 FLH del 76 roja y negra, brillando como si tuviera luz propia.

La contempló un rato, la rodeó lentamente hasta llegar a su costado izquierdo y con bastante esfuerzo y algo de dolor, asió el manillar con su mano izquierda, levanto su pierna derecha y la pasó por encima del asiento. Metió su mano en el bolsillo, del pecho de la chaqueta y sacó la llave de contacto. La introdujo y arrancó el motor. El motor de 74 pulgadas, rugió con un primer estampido para seguidamente quedar al ralentí con ese característico sonido desacompasado del que hacen gala las máquinas de la “company”. Apretó el embrague, engranó primera con un sonoro ruido sordo y volviendo la cabeza hacia un lado se contempló en el espejo del armario ropero. Dejó que el motor diera unas vueltas más y después de volverlo a punto muerto, lo apagó. Se bajó de la moto y fue hasta la estantería, donde cogió una gamuza, la dobló en cuatro partes y comenzó a pasarla cuidadosamente por la moto, quitándole el poco polvo que tenia. Esperó a que el motor y los escapes se enfriaran y volvió a cubrirla con la misma vieja sábana. Eso fue todo. Eso era todo todos los días desde hacía años. Paco ya no podía salir con su moto como cuando era más joven. Sus maltrechas rodillas ya no podían aguantar el peso de los más de 300 kg de hierro de Milwaukee que pesaba su querida moto y sus manos ya no tenían suficiente fuerza y precisión para manejar su manillar.

mini-81343_HD-FLH1200-ElectraGlide-1970_122_442loEse momento del día era de sensaciones contradictorias. Por un lado se sentía más vivo y animado y por otro lado sentía nostalgia de los kilómetros recorridos durante una vida, unas veces en compañía de amigos moteros como él y otras en solitario; de los viajes que había realizado y sitios que había conocido, de las concentraciones a las que había acudido, de las risa y los buenos momentos vividos, incluso de las mojaduras y el frío que a veces había sufrido. En definitiva, de una vida llena de intensos momentos a la moto.

Con aire triste, cerró la puerta del garaje y se dirigió de nuevo a la escalera para subir a su casa, donde desayunaría antes de dirigirse al pueblo, donde todos los días hacia sus compras cotidianas.

Una noche de otoño, llovía y no poco. Serian poco más de las siete, pero ya había oscurecido hacia un rato. Paco tenía que acercarse al pueblo, hoy tenia clase de internet. No era algo que le apasionara pero le servía para distraerse y relacionarse un poco. Bajó al garaje y no sin antes dedicarle una mirada al bulto que hacia la vieja sábana, se subió a su coche, arrancó el motor y accionó el mando del portón. Salió del garaje y volvió a accionar el mando. Cruzó los metros que separaban su casa de la carretera y girando hacia la derecha, se dispuso a recorrer los ocho km que le separaban del pueblo. Seguía lloviendo con ganas y no habría completado la mitad del recorrido, cuando vio en la orilla de la carretera un chico cuya moto le había hecho la jugada de dejarlo tirado en mitad de la tormenta. Apiadándose de él, se detuvo a su lado y con voz firme le preguntó:

-!Eh, muchacho, ¿necesitas ayuda?

El chico se agachó hasta la altura de la ventanilla y le contestó:

-Me vendría bien que me acercase hasta el pueblo, . Por la moto van a venir unos amigos en breve, pero yo no tengo por qué estar aquí mojándome.

Paco le abrió la puerta para que entrase y al hacerlo vio la moto del chico. Era una custom negra, bicilíndrica en v y con unos curiosos espejos en forma de ocho girado y aunque no reconoció el modelo, le pareció muy bonita. De camino al pueblo, hablaron animadamente de motos y de moteros y a los pocos minutos, ya daba la sensación que se conociesen de siempre. Al llegar al pueblo, el chico pidió que lo dejase en el primer bar que encontraran y Paco así lo hizo. Al parar el coche, el chico quiso corresponder el gesto de Paco y le regalo su braga de cuello. Era una braga sencilla, negra de lycra, poco usada y como único adorno, una alita plateada. El chico se despidió dando las y al darse la vuelta para entrar en el bar, Paco observó que la misma ala plateada lucia en el parche dorsal del chaleco del chico.

En el viaje de vuelta hacia su casa, Paco recordó el lugar donde se había quedado la moto y allí ya no había nada.

-Ya la han recogido-Se dijo Paco.

Al día siguiente, amanecieron los campos helados y Paco pensó que sería buena idea ponerse la braga que aquel chico le había dada, algo le abrigaría. Salió de su casa, bajó la escalera y entró en su garaje, como todos los días. Paco subió la persiana y comprobó que aún no había amanecido del todo, aunque algo se veía.
Paco repitió ceremoniosamente su pequeño rito diario, descubrió la moto, agarró el manillar con su mano izquierda y pasó ágilmente su pierna derecha por encima del asiento. Paco se quedó sorprendido, no le había costado subirse a la moto. Sacó la llave del bolsillo del pecho y arrancó el motor. Se miró en el espejo del armario y entonces se quedó sin aire. La imagen que el espejo le devolvía era la suya propia con cuarenta años menos. Por acto reflejo, soltó el manillar y su imagen cambió. Ahora el reflejo volvía a ser el de siempre. Con mano temblorosa asió de nuevo el manillar y con los ojos tan abiertos como era capaz, giró lentamente la cabeza hasta alcanzar el espejo con la mirada. Esta vez no soltó el manillar ni miró hacia otro lado. Se quedó observando fijamente, reconociéndose como el hombre que había sido hacia cuarenta años.
Mantuvo la mirada unos momentos mientras una oleada de calor recorría su cuerpo. Bajó la cabeza, soltó el manillar y se bajó de la moto. Fue hacia el espejo mientras se quitaba la chaqueta y la braga que aquel motero le había dado. Miró al espejo detenidamente y luego a la moto y así varias veces.
Cuando se tranquilizó un poco, volvió a sentarse en la moto y agarrando el manillar, dirigió la mirada de nuevo hacia el espejo. Su imagen era la del Paco de siempre. Se quedó pensativo unos momentos, mientras sus ojos se movían nerviosamente de izquierda a derecha, cuando estos fueron a posarse sobre la braga que había dejado encima de la chaqueta. Un rápido pensamiento cruzó su mente mientras le pareció ver que el ala plateada que adornaba la braga relucía de forma extraña, como si reflejase una luz que allí no había por ningún lado.
Paco se bajó de la moto, se acercó a la braga y se la puso.
Volvió a sentarse en la moto, se agarró al manillar y cuando se miró una vez más al espejo del armario, volvió a verse tal como era hacia cuarenta años atrás. Ya no dudó que la braga era la responsable del cambio.
Un poco menos nervioso, constató que no sólo era su imagen la que había mejorado, sino que realmente se sentía como si tuviese todos esos años menos. También comprobó que su imagen tan solo cambiaba en el espejo. sus manos y todo lo que alcazaba a ver de su cuerpo era como se esperaba que fuera para su edad.
Con todo el aplomo que consiguió reunir subió a su casa y cuando bajó de nuevo, llevaba puesto una vieja cazadora Vanson de cuero en su mano derecha un casco tipo Cromwell y en la izquierda unos guantes de cuero algo raidos.
Accionó el mando del portón, se subió a la moto y se puso el casco y los guantes. Arrancó el motor y lanzó una última mirada al espejo, para asegurarse de que lo que quiera que fuese que provocaba esa situación, seguía funcionando. HW ATTAMWSS REngranó primera y salió. Recorrió los metros que le separaban de la carretera y giró a la izquierda. Y rodó. Rodó con la misma excitación que el día que estrenó la moto. Recorrió kilómetros y kilómetros sin cansarse. Llenó el tanque y tan solo tomó un sándwich y un refresco en aquella gasolinera. No había tiempo que perder.
Cuando le pareció que estaba lo bastante lejos, se dio la vuelta hacia su casa. Cuando llegó, guardó la moto y se miró al espejo otra vez. Se bajó de la moto y se volvió a mirar. La sonrisa que le había acompañado todo el viaje aún no habia abandonado su rostro. Cerró el garaje y subió a su casa con paso cansado. Entró y se dirigió hacia el sofá desde donde siempre veía el televisor, solo que esta vez no lo encendió. Se dejó caer en el sofá y lloró. Lloró de pura felicidad por haber vuelto a sentirse vivo, por haber vuelto a sentir el aire en su cara y sobre todo por haberse vuelto a sentir él mismo.
Al día siguiente, repitió los mismos pasos del día anterior y volvió a rodar.
Aún dudaba de que aquello fuera un sueño, lo que si tenía claro, es que había que disfrutarlo. Y aquel tipo que le había dado la braga, ¿quién era? ¿un ángel? ¿Un demonio? ¿acaso importaba? Lo importante era que Paco volvía a ser motero.
Paco rodó todos los días. Unas veces Hacia ruta y otros solamente se acercaba al pueblo a hacer sus compras.
En el pueblo no salían de su asombro al volver a ver otra vez a Paco sobre su motocicleta y lo que más les llamaba la atención, era la sonrisa que siempre exhibía por encima de aquella braga con su alita plateada.
Así pasaron algunos años, en los cuales Paco se sintió muy feliz, hasta que un día, la dama de negro, vino a reclamar a Paco definitivamente.
Los que acudieron a su funeral, aseguraron que Paco tenía en su ataúd, la misma sonrisa de cuando iba con su moto por las carreteras.
El día de su entierro, sus familiares y allegados, no pudieron evitar fijarse que a la entrada del cementerio, había un chico vestido de motero que llevaba un chaleco con un ala plateada en la espalda. Aquel joven se apoyaba sobre una custom negra sin ningún distintivo, llamativamente limpia y con unos curiosos espejos en forma de ocho girado y cargada como para emprender un viaje exactamente igual que la otra moto que estaba aparcada a su lado.
El entierro terminó y los asistentes fueron acercándose poco a poco hacia la salida del camposanto y todavía desde el interior, alcanzaron a oír el inconfundible sonido de dos v-twin arrancando y alejándose.
Hoy día, años después, los asistentes al entierro de Paco, siguen preguntándose quién sería el conductor de la otra moto, compañero del chico, que con su figura desgarbada y una vieja chaqueta Vanson rodaba hacia el sol poniente.
Hoy día años después, y aunque nadie los ha visto, algunos vecinos del pueblo, aseguran oír algunas noches a dos bicilíndricos cruzar el pueblo, quién sabe con qué rumbo, si irán de ida o de vuelta de alguna reunión con más como ellos o tal vez, de alguna fiesta motera donde beberán cerveza y hablarán de motos y todas esas cosas de las que hablan los moteros cuando se reúnen.
Y hoy día, años después, algún vecino ha asegurado haber visto un motero parecido a Paco cuando era joven, con su moto parada en el arcén y su casco en el suelo, tal vez esperando la llegada de algún motero como él, que al verle se detuviera para ofrecerle su ayuda.
Así que si algún día veis en el arcén un motero parado, que lleve en el cuello una braga con una alita plateada, con una custom negra con los espejos en forma de ocho girado, no dejéis de parar a preguntarle si necesita ayuda, quién sabe con que os podrá obsequiar en muestra de agradecimiento.